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martes, 30 de abril de 2013

Dos puntos de vista II: Respetar iniciativas


Me gustaría desarrollar un poco más la idea a la que di pie en el post anterior en forma de viñeta. Se trataba sobre una reflexión acerca de que en todas las situaciones existen siempre dos puntos de vista, y que antes de imponer siempre el nuestro por norma, deberíamos intentar entender ambos y llegar a un acuerdo para que ambas partes puedan ser escuchadas.

¿Cómo podemos aplicar esto en los perros?
Primero, entendiéndolos. Hacer un esfuerzo por entender sus necesidades y su lenguaje es el primer paso para saber porqué hacen lo que hacen. Esto es necesario si aspiramos a comprender y respetar su punto de vista sobre las cosas.
Segundo, reflexionando sobre nuestros actos y nuestras exigencias hacia ellos. La mayoría de las veces hablamos más de lo necesario, les prohibimos hacer algo que realmente podríamos permitir sin ningún problema, o elevamos el nivel de exigencia más de necesario. Pongo un ejemplo:

Tu perrito está olisqueando tranquilamente un árbol a 20 metros en un parque, y tú te quieres ir ya. Le llamas y él sigue olisqueando. Le llamas un poco más fuerte, te mira, y vuelve a olisquear. Te enfadas porque  quieres que venga YA, si le llamas y no deja inmediatamente cualquier cosa que esté haciendo y sale volando hacia ti te parece que te está toreando o que es un desobediente.
Vale, vamos a ver. No es difícil ponerte en la misma situación: Si estás viendo la tele, una serie en la que está ocurriendo algo emocionante, o el momento álgido de una peli, y una persona con la que convives te llama para que laves los platos, por ejemplo… ¿Saltas del sillón como un resorte y vas corriendo hasta la cocina dejando todo lo que estabas haciendo? ¿O dices “espera un momento, que lleguen los anuncios”… “ahora voy, un segundo”… “espera, que está a punto de terminar”…
Eres consciente de esa tarea no es una urgencia de vida o muerte, y esperas a terminar lo que estabas haciendo para ir tranquilamente a atender la llamada de esa persona. A tu perro le pasa igual. Para él es necesario investigar su entorno, resolver las situaciones que hay a su alrededor (como ver quién es ese perro que se acerca, oler este árbol, ir a investigar ese matorral) antes que obedecer una orden cuyo significado conoce y sabe que no es de vida o muerte. ¿Realmente necesitas que esté clavado a tus pies a los 5 segundos de haberle llamado? ¿Si tarda 5 minutos en venir tranquilamente, terminando de oler ese árbol o ese perro, hay alguna consecuencia catastrófica? ¿O puedes llamarlo, ver que te ha visto, y empezar a caminar hacia la salida del parque mientras tu perro termina de resolver sus cosas y va viniendo tranquilamente hacia ti?
Obviamente hay situaciones que requieren una respuesta rápida, pero no son las habituales de cada día, y se pueden trabajar por separado. Lo que intento haceros ver es que en el día a día nuestro nivel de exigencia es muy superior al necesario. Conocer las dos caras de una situación, ayuda mucho a relativizar la importancia de las cosas. Un perro se ha revolcado en caca, ¿Y qué? Pues toca lavarlo y ya está. No hay que hacer un mundo. Y soy la primera que tiene una perra a la que le encanta untarse cacas (preferiblemente humanas) por todo el cuerpo, y luego he tenido que meterla en el coche, y he tenido que lavarla metiendo ahí las manos, y me da mucho asco. Pero tenemos que entender que para ellos una caca es algo estupendo que huele muy bien, tiene muchos nutrientes, y les encanta. Y que por mucho que nos enfademos lo único que vamos a conseguir es asustar al perro y crear un enfrentamiento que no lleva a ningún sitio. Intentemos evitar las situaciones desagradables y cuando ocurran, pues ya está, qué le vamos a hacer.

Es muy importante permitir que los perros puedan desarrollar la mayoría de sus iniciativas. Esto hace que sean menos inseguros, que confíen más en nosotros y que respeten más nuestro criterio (ya que si sólo les pedimos que nos obedezcan cuando realmente es necesario, sabrán que cuando hablamos es porque tenemos algo importante que decir, sobre todo si se lo pedimos amablemente, y los perros son muy buenos devolviendo el respeto que reciben). Además esto les permite desarrollarse como perros.



Un perro al que se le inhiben y castigan sus iniciativas y sus puntos de vista, se vuelve un indivíduo inseguro, gruñón, apagado, sin ganas de disfrutar de las cosas y en muchos casos obsesivo con determinados comportamientos. Me gustaría enseñaros un fragmento de una entrada del blog “LA ESTRELLA POLAR” (blog muy interesante que habla sobre temas relacionados con crianza, niños y animales, y que recomiendo mucho):

Los niños necesitan desarrollar desde una edad muy temprana, probablemente desde bastante antes de cumplir un año, una sensación interna de que controlan su entorno, de que son capaces de producir efectos en él, de que tienen la capacidad de lograr un objetivo que se proponen, ya sea hacer caer algo, hacer que una persona (su madre por ejemplo), le coja en brazos, o le deje en el suelo, etc. Necesitan tener esa sensación de que el entorno está, al menos en una medida razonable, bajo su control.

Los adultos les robamos con demasiada facilidad esa capacidad de control, abortamos sus intentos de operar sobre lo que le rodea, frustramos sus experimentos y sus peticiones, no les damos campo para poder expresarse, expandirse, investigar, experimentar; y lo que conseguimos son niños que van perdiendo su interés por entender su entorno, niños apáticos que tienen asumido de antemano que son incapaces de averiguar cómo producir esos efectos que desearían. […]

Con los perros ocurre algo comparable. Un perro, como cualquier ser vivo de comportamiento complejo, necesita entender su entorno, tener un modelo del mundo con el que poder realizar predicciones acertadas, y disponer de herramientas para actuar de manera efectiva sobre su ambiente produciendo cambios en él.

Si con los niños tenemos tendencia a frustrar de forma irreflexiva y gratuita sus intentos de aprender a operar con su entorno, con los perros eso es la norma: dicho en pocas palabras, no dejamos a los perros ser perros; los consideramos máquinas que deben obedecer a sus dueños sin darles la oportunidad de entender qué es lo que queremos de ellos, les obligamos con frecuencia a soportar en casa los malos tratos de niños que los acosan, los persiguen y agobian sin darles respiro, y les privamos de cualquier posibilidad de evitar esos ataques. Un perro sometido a ese trato se estabiliza en un estado de estrés crónico que desemboca con frecuencia en una depresión, en lo que técnicamente se denomina estado de indefensión aprendida.

Un perro así se vuelve tan impredecible, y tan ingobernable, como el entorno lo es para él. Es un perro que se encuentra abocado a mostrar, en el momento más inesperado, algún tipo de comportamiento agresivo. Acosar a un perro hasta hacerle perder la confianza en su capacidad para actuar sobre su entorno es armar una bomba de relojería.
Y lo mismo puede decirse de los niños: regañar, pegar, castigar, frustrar a un niño cada vez que intenta encontrar la forma de actuar sobre su entorno, de entenderlo y operar con él, es crear una bomba humana de relojería; es minar su autoestima, abocarlo a convertirse en un consumidor compulsivo de cualquier producto que le ofrezcan hábilmente empaquetado en un anuncio atractivo, es llevarlo a creer que el mundo no tiene sentido y que tampoco tiene interés.

Puedes ver en ocasiones perros y niños que presentan estos síntomas. Son perros que caminan con paso pausado junto a su amo, mirando al suelo o al frente, sin distraerse con nada. No es que sean perros muy bien educados, son robots, les han robado su derecho a ser perros.

También puedes encontrar a veces niños que permanecen sentados con la mirada baja, callados, durante un largo rato; que se portan bien en los restaurantes, que “no dan guerra ni dan la lata”, que no protestan por nada, que no hacen payasadas. No es que sean niños muy bien educados, son robots, niños a los que les han robado su infancia.

Si tienes un perro en casa, te sugiero que te plantees la pregunta de si le estás dando la oportunidad de desarrollarse como el animal equilibrado, inteligente, sensible, afectuoso, cariñoso, alegre, que podría ser, o si es un animal que vive agobiado, acosado, desmotivado, prisionero, estresado. Ten en cuenta que los perros tienen una tendencia natural muy sólida al equilibrio emocional; a poco que les des la oportunidad, la aprovecharán con entusiasmo. Pregúntale a personas que realmente sepan de psicología canina; te aconsejarán que le lleves a menudo al campo, a ser posible que lo sueltes durante un largo paseo, que le dejes explorar, entender su entorno y actuar sobre él, que respetes su descanso, sus comidas; que enseñes a los niños a tratarle con respeto, con suavidad, a comunicarse con él de forma amable y cariñosa. Seguramente te sorprenderá el cambio que puedes producir en él.”

1 comentario:

  1. Me encanta, estoy completamente de acuerdo. Respetando el derecho de los demás a ser lo que son y a ser como son, es como podremos aprender a respetarnos a nosotros mismos tal como somos.
    Enhorabuena.
    ¡Y gracias por enlazar el blog de la Estrella Polar! ;)
    Nacho

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